(Continuación)
Me sorprendió escuchar la Estatua de la Libertad hablar en respuesta, "no ¡beberé!". Entonces, como la voz del trueno, escuché de nuevo la voz del Señor, diciendo:
"Así ha dicho Jehová de los Ejércitos, USTEDES CIERTAMENTE beberán". Jeremías 25:28
De repente, la mano gigante llevó la taza a los labios de la Estatua de la Libertad, y se convirtió impotente para defenderse. La poderosa mano de Dios la obligó a beber hasta la última gota de la copa. Mientras bebía la última gota amarga estas fueron las palabras que escuché:
"Porque he aquí que a la ciudad en la cual es invocado mi nombre yo comienzo a hacer mal; ¿y vosotros seréis absueltos? No seréis absueltos; porque espada traigo sobre todos los moradores de la tierra, dice Jehová de los ejércitos." Jeremías 25: 29
Cuando la taza se retiró de los labios de la Estatua de la Libertad me di cuenta que la espada no estaba en la taza. Lo que podría significar una sola cosa: EL CONTENIDO DE LA COPA había sido completamente ¡consumida!
Yo sabía que la espada sólo tipifica la guerra, muerte, y destrucción. Que es sin duda estaba de camino. Entonces, como un borracho de vino, yo vi la Estatua de la Libertad volverse inestable en sus pies y comenzar a tambalearse. Hasta perder el equilibrio. La vi chapoteando en el Golfo, tratando de recuperar el equilibrio.
La vi tambalearse una y otra vez hasta caer de rodillas. Al ver sus intentos desesperados por recuperar el equilibrio y ponerse de pie de nuevo. Mi corazón se conmovió como nunca antes por sus dificultades. Pero a medida que se tambaleó en el golfo, una vez más oí estas palabras:
"Beberéis y estar borracho, y vomitaras, y caerás, para no levantarse más a causa de la espada que yo envío entre vosotros."
Mientras miraba, me preguntaba si la Estatua de la Libertad jamás sería capaz de recuperar su balance sobre sus pies. Si alguna vez volvería a levantarse. Y mientras miraba, parecía que ella luchaba por levantarse con todo su poder. Se tambaleó y finalmente se puso de pie de nuevo. Se quedó balanceándose borracha.
Estaba seguro de que en cualquier momento iba a caer de nuevo. Posiblemente para no levantarse. Me sentía abrumado con el deseo de extender mi mano para mantener su cabeza fuera del agua. Pues sabía que si alguna vez se caía de nuevo ella se ahogaría en el Golfo.
“5 No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, 6 Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.” Salmo 91
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